21


Que sí, que madurar está bien. Pero no me niegues que se pierden demasiadas cosas buenas por el camino. La locura de los 21 con sus irresponsabilidades y sus resacas son para plasmarlas en un libro de memoria. Nunca fue tan fácil emborracharse de risas como de errores.

Los desmadres saben mejor, y ya no solo el de la fiesta de ayer, la cual todavía ves borrosa, sino el del amor, la felicidad o la amistad. Todo sabe intensamente. La cerveza, el chocolate, los abrazos, los te quiero, las lloreras, las discusiones.

Vivimos esperando el momento adecuado sin percatarnos que no hay otro momento que ahora. Vivimos inmersos en la paradoja de que cuando somos pequeños queremos ser mayores, pero una vez adultos lloramos por esa piel tersa que se fue y nunca volvió.

Nuestro único límite es el tiempo.

No lo olvides.

Con veintiuno,

Claudia Frey

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