Vivo soñando con un verano que dure 365 días. ¿Qué por qué?

Porque no existen horarios con él. Ni estrés que valga la pena. Ni lágrimas que sean merecidas. Porque es dulce a la vez que picante. Las heridas se curan mas rápido. Y sí, me encanta curarlas con tequila, limón y sal. Pero sobre todo con amigos. Y un buen entrante de risas. La ropa sobra por todos lados. Sea en la cama o en la playa, cuanto menos mejor.

En verano el sol penetra mi piel de una forma incontrolable, sin pedir permiso y eso me hace convertirme en su fiel amante. Los atardeceres me roban el alma al tener que despedirme de ese calor que me da la vida. Pero cuando llega la noche, no hace más que empezar una diversión pícara y rebelde. Con el pelo suelto y acompañada de esa arena que se adhiere a ti y no se despega.

Amo el verano incluso con sus imperfecciones y su personalidad incontrolable. Da gusto convivir con alguien tan ardiente.

Con fuego,

Claudia Frey

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