Ganará quién llegue al corazón.



Tengo dos espíritus en mi interior que batallan cada luna y cada sol para decidir cuál de ambos es el definitivo, el elegido. Pero yo, perdida aún, ciega la gran parte del tiempo, no sé cuál es el que gana mi corazón. 

Uno de ellos, es rebelde. Que rompe con todo lo establecido. No quiere saber de reglas, tan solo quiere guiarse por las que la naturaleza trae consigo. Escapar es lo único que le enciende la llama. A cualquier lugar perdido de la civilización. Sea en la selva, en la montaña o en la playa. Pero ansia sentir la naturaleza y escuchar su corazón. Vivir plenamente su alma y acercarse al mundo es su principal objetivo. Se pregunta que atracción puede tener vivir apegado a un materialismo que no llena sino segundos vacíos del reloj. O que sentido puede haber, tras todos esos sentimientos de envidia y miedo que acaparan el alma de la ciudad.

El otro en cambio, es convencional. Se deja llevar por la multitud. Le llama la atención las nuevas tecnologías, el capturar una foto antes de sentir la experiencia del atardecer o vestir el bolso más caro para fingir sentirte bien. Aunque tampoco vive ciego, prefiere vivir en lo seguro. O en lo que se supone que se ve como seguro a través de una estúpida red social. Le mueve la comodidad burguesa, un coche bonito, una casa ostentosa, un futuro prometedor repleto de lujos. Pero entonces se pregunta, para que vivir ahogado en el lujo si al final solo escondes detrás de la espalda tu verdadero yo. 
¿Tus problemas los nublas con dinero y postureo, para qué?

Y la batalla continúa.

Con latidos,

Claudia Frey


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